Y es ahí, ese momento cuando estás de rodillas ante Dios y no salen palabras de tu boca, sientes muchas cosas, pero no puedes expresarlo con palabras y lo único que se hace presente es un nudo en la garganta, ese nudo que no aguanta más y explota, y se convierte en un llanto imparable. Lágrima tras lágrima van recorriendo tus mejillas y sigues sin expresar nada con tus labios… es ahí donde te das cuenta que no hace falta hablar, que en medio del dolor y la agonía, comprendes que Dios conoce esas palabras que no puedes decir, que es ahí donde el llanto se ha apoderado de tu ser, y es el único que expresa libremente los latidos de tu corazón… Por más que quieres parar el llanto, más se aferra a ti, puedes notar que todo aquello que te ha estado atormentando llega a tu mente y cada lágrima grita silenciosamente ¡FORTALEZA SEÑOR, FORTALEZA!
Poco a poco tus lágrimas te permiten hablar, pero son esas pocas palabras que simplemente son susurros, que tienen un peso y un valor enorme, único…
Tu llanto demuestra que por más fuerte que aparentes ser, Dios te ha dado un corazón tan sensible que se hace pequeño ante su majestuosa presencia, que simplemente eres ese barro moldeable ante las manos del Alfarero, que el proceso te esta doliendo, pero existe una esperanza que te hace recordar que TODO OBRA PARA BIEN, que cada lágrima Dios la ha contado, no la ha tomado en vano, sino que ha sido pesada y el Señor conoce el valor y la importancia que tuvieron cada una de ellas… esas lágrimas fueron las que regaron tu siembra, tu bendición, esa bendición que Dios te tiene preparada, lista para entregártela en el momento menos esperado. Cuando menos te lo imaginas, cosecharás lo que tus lágrimas regaron, esas lágrimas que en algún momento dolieron hasta lo más profundo de tu ser, son las mismas que hoy se ven reflejadas en tus bendiciones…
Llega una paz a tu corazón, y ese llanto va convirtiéndose en palabras de agradecimiento, lo que antes era una congoja, ahora se ha convertido en exaltación al Rey; y es ahí donde tu adoración llega más alto que tus quejas, no más dolor, no más agonía, sino palabras de verdad que te comunican con tu amado, que llegas a tocar el corazón del Padre, con esa oración genuina, que de primer momento no sabias ni cómo comenzarla, pero que al final resultó ser una experiencia inigualable, única, especial con el Rey de reyes… es ahí donde tu Padre Celestial te deja tocar y sentir un pedacito de cielo, te deja sentir un pedacito de ÉL
ACERCA DE MI
Tuve mi encuentro con Jesus en febrero del 2013, Entonces oí la voz del Señor, que decía: «¿A quién voy a enviar? ¿Quién será mi mensajero?» Yo respondí: «Aquí estoy yo, envíame a mí.» (Isaías 6:8) muchos le llaman fanatismo, yo le llamo pasion.
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