Una mujer humildemente vestida, con un rostro que reflejaba sufrimiento
y derrota, entró a una tienda. Se acercó al dueño y avergonzada, le preguntó si
podía llevarse algunas cosas a fiadas.
Con voz
suave le explicó que su esposo estaba muy enfermo y que no podía trabajar;
tenían siete niños y necesitaban comida.
El dueño, inflexible, le pidió que
abandonara su tienda. Pero la mujer pensando en su familia continuó rogándole:
¡Por favor señor! Se lo pagaré tan pronto como pueda. El dueño se excusó
diciendo que no podía darle crédito ya que no tenía una cuenta de crédito en su
tienda.
Cerca del mostrador se encontraba un cliente que escuchó la
conversación entre el dueño de la tienda y la mujer. El cliente se acercó y le
dijo al dueño de la tienda que él se haría cargo de lo que la
mujer necesitara para su familia, pero éste no le hizo caso. Se dirigió a la
mujer y le preguntó:
¿Tiene usted una lista de compra? Si señor, respondió
ella. Está bien, ponga su lista en la balanza y lo que pese su lista, se lo
daré yo en comestibles. La mujer titubeó por un momento y cabizbaja, buscó en
su cartera un pedazo de papel y escribió en él. Luego temerosa, puso el pedazo
de papel en la balanza. Al hacerlo la balanza bajó de golpe, como si hubiera puesto
sobre ella una roca o un pedazo de hierro. Los ojos del dueño y cliente se
llenaron de asombro. Tal como había dicho, el dueño comenzó a poner comestibles
al otro lado de la balanza, pero ésta no se movía, así que continuó poniendo
más y más comestibles, pero como la balanza nunca se igualaba, no aguantó más y
agarró el pedazo de papel para ver si había algún truco.
El dueño miró el papel
y lo leyó asombrado. No era una lista de compra, era una oración que decía:
"Querido Señor, tú conoces mis necesidades, dejo esta situación en tus
manos". El dueño de la tienda le dio a la mujer todos los comestibles que
había reunido y se quedó en silencio, mientras la mujer abandonaba la tienda.
“
Solo Dios sabe cuánto pesa una Oración...
ACERCA DE MI
Tuve mi encuentro con Jesus en febrero del 2013, Entonces oí la voz del Señor, que decía: «¿A quién voy a enviar? ¿Quién será mi mensajero?» Yo respondí: «Aquí estoy yo, envíame a mí.» (Isaías 6:8) muchos le llaman fanatismo, yo le llamo pasion.
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